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domingo, 3 de abril de 2011

Una victoria para la historia (No podía ser de otro modo)

MANUEL ROSETY ENVIADO ESPECIAL mrosety@elcomerciodigital.com | MADRID..-
El Santiago Bernabéu fue escenario del milagro que tanto buscaban los sportinguistas. El equipo de Manuel Preciado, con un estilo ordenado, solidario y con una gran concentración que desquició y desarboló el fútbol efectivo de José Mourinho, quien, por otra parte, puso fin al largo récord que tenía en campo propio, logró una épica victoria en el Bernabéu que puede dejar sentenciada la Liga. De paso, los rojiblancos, que suman ya 35 puntos, dieron un enorme paso hacia la permanencia.
De inicio, ni Mourinho, ni Preciado, sorprendieron en esta ocasión con las alineaciones, aunque, en los días previos, realizaran otras pruebas con vistas a este partido. El técnico de Setúbal optó por el trivote, con Khedira y Granero flanqueando a Lass, para confiar las bandas a Di María y Özil, con Adebayor en el eje de la vanguardia. En el bando gijonés, la única modificación fue la entrada de Nacho Novo en la derecha, con el traslado de Miguel de las Cuevas a la zona del lesionado Diego Castro.
El Real Madrid llevó la iniciativa del partido, principalmente buscando en su estilo ofensivo la rapidez de Di María por la izquierda y el virtuosismo de Özil por la derecha. El futbolista alemán tenía más movilidad al buscar desplazamientos hacia el centro. Pero siempre se encontraba con el obstáculo de la ordenada defensa de los rojiblancos.
El primer contratiempo llegó pronto para los gijoneses. A los dos minutos, en el primer ataque madrileño con bastantes efectivos, el intento de remate de Ricardo Carvalho acabó con un empujón que provocó un choque entre Canella y Juan Pablo. El lavianés no pudo seguir y tuvo que ser sustituido por José Ángel, sin ninguna modificación táctica.
El guión del partido mantuvo una línea muy similar en todos los momentos, con una fuerte presión madridista, varios intentos de acercarse al área rojiblanca, pero que fueron cortados por una fenomenal defensa del equipo de Preciado
Mientras, en el bando rival, los pupilos de José Mourinho buscaban combinaciones con pases cortos, con la intención de encontrar algún hueco en la zaga gijonesa y ganarle la espalda. Sin embargo, ese objetivo no lo lograban por el excelente orden que tenían los de Preciado. Salvo una internada de Di María, que concluyó con un disparo cruzado, Juan Pablo pasaba pocos apuros.
El Sporting empezaba a asentarse en el campo. Y no se limitaba a defender el empate, ya que también buscó en alguna acción esporádica estirar sus líneas para intentar asustar a Casillas. Un peleón David Barral fue el primero en lograrlo, pero sin precisión para finalizar la jugada.
El partido entró en un ritmo lento, lo que le iba muy bien al Sporting. Además, a medida que pasaba el tiempo, los locales caían en una línea de imprecisiones de la que los defensas rojiblancos tenían mucha culpa. El dispositivo de contención empezaba en el centro del campo, donde un inconmensurable Rivera hacía una labor de desgaste increíble que minimizaba todos los intentos de Khedira y Granero. Sólo Lass se dejaba notar, pero en una zona alejada del área gijonesa donde no hacía daño. Así le iban bien las cosas al Sporting, aunque pudieron irle mejor a cinco minutos del final, en una jugada de Nacho Novo que tiró mal, en posición forzada, tras superar a Casillas.
El luso mueve pieza
Con el inicio del segundo tiempo, Mourinho mandó calentar a Higuaín, lo que despertó cierta animación en la parroquia local, que hasta ese momento se notaba bastante menos que la rojiblanca. Özil tuvo una mayor movilidad en estos primeros compases, al desplazarse a la zona central del ataque, por detrás de Adebayor, y con libertad de movimientos. En tan sólo cuatro minutos, Juan Pablo tuvo que intervenir en tres ocasiones para desesperar más a los madrileños.
Con la entrada de Higuaín por Granero, el Madrid transformó su dibujo en un 4-4-2. Automáticamente, Preciado también movió ficha y retiró a André Castro para reforzar la parcela central con Eguren. Higuaín empezó a dejar su sello desde el primer momento. En su primera intervención, llevó un contraataque desde su propio campo, para ceder a Di María, quien no supo concluir.
La presión del Real Madrid aumentaba y creaba algunas complicaciones a los rojiblancos, que perdían con demasiada facilidad el balón. De todas formas, el juego de los de Mourinho se limitaba a buscar la posición del 'gigante' Adebayor, quien de cabeza es un jugador ramplón, o la de Higuaín, en algún desmarque, sin demasiada fortuna para librarse de los zagueros rojiblancos.
Mourinho se jugó el todo por el todo al retirar a Arbeloa y a Di María. El argentino estaba tocado. Pepe entró en el centro de la zaga y Carvalho se desplazó al lateral zurdo, por detrás de Canales.
Los relevos fueron un revulsivo para los 'merengues', pero les faltaba sentido de remate. Eran incapaces de terminar una jugada. En cambio, los gijoneses acabaron con éxito uno de sus avances. Nacho Cases continuó una internada de José Ángel y combinó con De las Cuevas. El alicantino tuvo una sensacional frialdad para controlar el balón y situarse en posición de disparo. Batió a un impotente Casillas con un tiro ajustado a la base de su poste derecho.
El tanto gijonés picó el amor propio de los madridistas. Los últimos diez minutos fueron de un acoso total, muy revolucionado. Ese ritmo contagió a los gijoneses, quienes no fueron capaces de serenarse de una forma total para alejar el balón de su parcela. Fue una fase de disparos, rebotes y un sensacional Juan Pablo, quien con sus paradas terminó de desquiciar a los jugadores de Mourinho.
Los cuatro minutos de prolongación fueron de infarto para la parroquia gijonesa. Parecía que el balón no salía del área de Juan Pablo, aunque, entre los aciertos de la defensa gijonesa y las imprecisiones madridistas, se llegaba al final con una victoria épica, que deja al Madrid sin Liga y, lo que es más importante, acerca al Sporting a la permanencia.
La disciplina. El equipo de Preciado mantuvo un tono de concentración durante los noventa minutos y rara vez se despistó. El juego defensivo, con una gran solidaridad y ayuda entre todos, permitió desquiciar a sus rivales.
El contagio. En algunas fases del partido, las imprecisiones de los madrileños fueron imitadas por los rojiblancos para tardar en alejar el balón de su área. En momentos puntuales, faltó decisión para ser más prácticos en los despejes.

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